Este período es crítico para el desarrollo y maduración de tejidos, órganos y sistemas del cuerpo. Cualquier exposición ambiental adversa, como malnutrición, tóxicos o estrés, puede causar modificaciones epigenéticas que reprograman la expresión génica y el desarrollo hacia patrones de salud o enfermedad.
El artículo enfatiza el rol fundamental que juega el microbioma, la comunidad de microorganismos que habitan nuestro cuerpo, en este proceso. El microbioma madura durante los primeros 1000 días e influye en funciones esenciales como la digestión, el metabolismo, la producción de vitaminas y la regulación inmunológica. Su alteración o disbiosis se ha vinculado a enfermedades crónicas.
Factores como la nutrición materna, tipo de parto, lactancia y alimentación complementaria son claves para establecer un microbioma saludable y prevenir enfermedades futuras. El uso inadecuado de antibióticos durante esta ventana también puede tener impactos negativos duraderos.
Los autores instan a implementar programas integrales de salud pública que promuevan embarazos y alimentación saludables, uso prudente de antibióticos y mayor concientización sobre el microbioma. Además, se necesitan cambios profundos para abordar los determinantes socioambientales que moldean la salud colectiva.
Puedes acceder al artículo completo en la web de la UCCSNAL.
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